El proceso de reapertura de China ha sido más rápido y temprano de lo esperado. Tras anunciar una flexibilización gradual de su política de cero-Covid en noviembre, la Comisión Nacional de Salud finalmente decidió reducir el nivel de riesgo de Covid-19 a finales de diciembre.
Los costos económicos, sociales y fiscales de la política de cero-Covid generaron una enorme incertidumbre sobre la economía, afectando gravemente el consumo y la inversión.
Al mismo tiempo, la tasa de infección vinculada al levantamiento de las restricciones ha ejercido una gran presión sobre la actividad económica. Se espera que la ola actual de infecciones alcance su pico a mediados de enero, mientras que se estima que una segunda ola, impulsada por la propagación a las zonas rurales, alcanzará su pico a principios de marzo.
En este contexto, Coface prevé una normalización gradual de la actividad económica en marzo, con una recuperación firme a partir del segundo trimestre de 2023.
Una política de cero-Covid cada vez más insostenible
Las medidas de control del Covid implementadas en China han afectado la demanda interna, con un impacto negativo en el gasto de los hogares. Las pruebas obligatorias y el miedo a los confinamientos han suprimido gravemente el consumo. Las ventas minoristas se mantuvieron estancadas en los primeros 11 meses de 2022, y las perspectivas del mercado laboral se debilitaron con una tasa de desempleo del 5.7% en noviembre.
La producción manufacturera y la logística también se vieron afectadas por las medidas de control del Covid, con un marcado desaceleramiento en el crecimiento de la producción industrial al 2.2% en noviembre y un notable aumento en los tiempos de entrega de los proveedores.
China también ha enfrentado un debilitamiento del panorama externo. Las exportaciones fueron uno de los principales impulsores del crecimiento del país durante la pandemia y en 2022, pero se espera que la demanda externa sea mucho más débil en 2023 debido a la desaceleración del crecimiento global. Las exportaciones de bienes en noviembre cayeron un 8.7% interanual.
Podría haberse argumentado a favor de mantener la política de cero-Covid debido al congreso del Partido Comunista Chino celebrado en octubre de 2022. Sin embargo, las estrictas medidas de control, los confinamientos y los requisitos de pruebas masivas terminaron alimentando tensiones públicas, lo que contribuyó a manifestaciones en varias ciudades a finales de 2022.
Una reapertura rodeada de incertidumbre
Se espera que la reapertura de China sea positiva para las perspectivas de consumo, pero su impacto será gradual y posiblemente limitado.
La rápida propagación de las infecciones y la inmunidad colectiva deberían contribuir a la normalización económica en el segundo trimestre de 2023. Aunque la tasa de infección está reduciendo la oferta laboral disponible, afectando así la producción y la actividad logística, deberíamos ver una normalización en esta área.
No obstante, aunque esperamos una recuperación del consumo en 2023, será gradual. Hemos observado que los ingresos disponibles se están recuperando lentamente, los ahorros de los hogares siguen siendo altos (40.3% del PIB en el tercer trimestre de 2022) y la riqueza neta está disminuyendo. Además, la tasa de desempleo, que sigue siendo alta, continuará pesando sobre el consumo. También debe considerarse el nivel de deuda de los hogares, que se ha duplicado en comparación con hace una década (62% del PIB en 2022 frente al 30% en 2012), limitando el margen para el consumo apalancado.
Sin embargo, es posible que el consumo se beneficie de un estímulo fiscal. Los responsables políticos han enfatizado la “estabilidad” este año y se han comprometido a priorizar el consumo interno y aumentar los ingresos personales. Medidas de estímulo al consumo, como los cupones de consumo, podrían dar un impulso más fuerte al gasto de los hogares.
Por último, pero no menos importante, es probable que la inversión continúe siendo un lastre para el crecimiento este año, especialmente en el sector inmobiliario. Aunque se espera que el sector de la vivienda se estabilice gradualmente dado el creciente apoyo de las políticas, el crecimiento de la inversión en infraestructura podría ser más débil. Dado el debilitamiento del panorama global, es poco probable que las empresas orientadas a la exportación inviertan en instalaciones.